El modelo tradicional de comunicación señala que ésta es efectiva cuando el receptor puede repetir el mensaje del emisor. Sin embargo, el concepto moderno postula que es exitosa cuando hay un escuchar activo donde el receptor “siente y entiende” el mensaje y, en virtud de ese, compromete acciones.

Esta concepción es especialmente relevante en el entorno saturado de mensajes en que vivimos, y se hace aún mas relevante cuando podemos reconocer y evaluar el impacto que tiene sobre la productividad y la calidad de las interacciones.

El concepto de “productividad” ha ido evolucionando en el tiempo con el desarrollo científico-tecnológico. Desde la revolución industrial y hasta la II Guerra Mundial, la productividad se relacionaba exclusivamente con la idea de maximizar el resultado de una actividad. Hoy, la productividad involucra valores, clima laboral, información fluida y comunicaciones que permitan operar con eficiencia (hacer mas con menos), eficacia (cumplir a cabalidad) y efectividad (certidumbre y rapidez en el cumplimiento de los estándares definidos).

Lo que resalta la importancia de entender este cambio en el concepto, es que su aplicación hace posible una dimensión de interacción personal donde esté presente un compromiso y exista espacio para crear motivación y sentirse orgullosos de haber cumplido.

La tecnología, por sofisticada que sea, no puede hacerse cargo del cambio ni definir lo que ha de permanecer constante. Sólo la capacidad para imaginar el futuro y la voluntad para superar obstáculos, pueden lograr modos de convivencia que nos proyecten hacia adelante. Para ello se necesita dar sentido a lo que hacemos y tener presente que la motivación y el compromiso surgen de “escuchar” y promover la creación de emoción que, en definitiva, es el motor de la acción.

La comunicación exitosa es aquella donde un decir y un escuchar, activo y atento, facilita la coordinación de acciones productivas, la participación comprometida y deriva en procesos de retroalimentación y aprendizaje que configuran un círculo virtuoso de mejora continua.

La actividad de la empresa y muy en especial, las actividades gerenciales y estratégicas, pueden definirse como una red de conversaciones para coordinar acciones que hacen realidad una visión. Son estas conversaciones las que generan la identidad, que permite a la empresa “llegar” a sus clientes con “entregables” que cumplen las especificaciones, precios y plazos comprometidos

En una Empresa, las personas están unidas por una red de promesas mutuas. Durante sus interacciones generan una cultura, un conjunto de hábitos y también un clima. Las experiencias que se van constituyendo a partir de sus acciones cotidianas, generan un pasado compartido que nutre y refuerza su identidad y cultura, definen su presente y condicionan su desarrollo futuro.

Por eso es clave que los gerentes desarrollen y apliquen competencias conversacionales a fin de coordinar y ejecutar las acciones requeridas para concretar los objetivos, visión y misión de sus organizaciones.

En MR Consulting tenemos programas para desarrollar estas competencias.