Flexibilidad Laboral: ¿Cuánto nos falta para flexibilizarnos?

Hace algún tiempo participé en la implementación de un ERP de RRHH, liderado por un equipo de la casa matriz (inglesa). El proyecto incluía 10 países latinoamericanos.A pesar de nuestra diversidad todos quedamos igualmente sorprendidos cuando nos percatamos que las “coordenadas” personales y laborales de nuestra colega inglesa era la misma.

¿Cómo era eso posible? Simple, ella solo va a la oficina cuando es necesario un contacto presencial. ¡Trabaja a tiempo completo desde su casa!

En ese momento, todos los latinoamericanos pensamos ¡Que maravilla! ¿cuanto nos faltará para llegar a eso que los países desarrollados tienen funcionando hace tiempo?

En Chile el tema se ha venido mencionado desde hace varios años. Por ejemplo: el 2016 el estudio del Employer Branding Randstad Award publicaba que el 55% de los trabajadores de los 29 países participantes – incluido Chile- preferiría un horario laboral flexible. En abril de 2018, Amcham (American Chamber of Commerce) publicó un interesante artículo sobre el tema que, entre otros datos, señala que según la Encuesta Rápida de Beneficios de Mercer; el 26% de las empresas de la muestra trabajaban con “home office” ¹ .

La pregunta obvia que surge al mirar el desarrollo del tema en el tiempo es: ¿Cómo se explica que una medida que resuelve tantas situaciones, no se ha llevado a la práctica? Una respuesta posible es que no tenemos la cultura para cumplir los requisitos que la hacen factible, tenemos miedo de las consecuencias y no confiamos en que los actores cumplirán responsablemente los compromisos asociados.

Para que la Flexibilidad Laboral funcione, necesitamos una cultura donde las personas actúen en forma criteriosa, cumplan sus promesas y respeten al prójimo. Dichas conductas permiten implantar una “flexibilidad flexible” en la que las partes pueden acordar modalidades de trabajo en función de la naturaleza de las labores.

En ese entorno sería posible resolver desde problemas de transito hasta mejorar la calidad de la vida familiar. Podríamos estar más presentes en la educación de nuestros hijos, reducir los costos de infraestructura en las oficinas, mejorar las relaciones laborales, reducir el stress, los accidentes de transito, descongestionar el sistema de transporte público, tener más tiempo de libre disposición, etc.

Por lo tanto – más que una ley – empresarios, líderes y colaboradores debemos tomar acciones para salir del miedo y la descalificación de “los otros”. Solo así será posible generar un entorno en que sea posible desarrollar las conductas necesarias para acceder a un entorno flexible que nos permita ampliar nuestros espacios de libertad individual respetando los códigos que hacen posible y grata la convivencia en comunidad y que, a su vez, permita mejorar los indicadores de producción de las organizaciones por las obvias razones del cambio en la condición de trabajo de sus colaboradores.

El proyecto de ley presentado hoy y, que busca flexibilizar la jornada laboral de los trabajadores, es la punta de lanza para que tanto empleadores como colaboradores aprendamos a funcionar bajo un ambiente de confianza y compromiso. Que podamos alcanzar estándares internacionales, no solo de productividad, si no que también de calidad de vida donde al fin se cumpla el dicho que indica: «se trabaja para vivir y no se vive para trabajar».

Sabemos que la ley escrita no es condicón suficiente para que esto se cumpla, es necesario por sobre todo que los ejecutivos sean los grandes impulsores y promotores que motiven a los colaboradores y a las empresas a trabajar en post del bienestar de los colaboradores que se traduce en el bienestar de sus familias.

¹ https://www.amchamchile.cl/en/2018/04/el-desafio-de-implementar-la-flexibilidad-laboral/